sábado, 5 de junio de 2010

Trabajos de "astronomía forense"




Desde hace más de diez años, el físico de la Universidad Estatal de Texas, Donald Olson, se dedica a practicar lo que él denomina como “astronomía forense”, una disciplina que consiste en investigar los cielos que aparecen en distintas obras literarias o pinturas y tratar de identificar qué astros son los que en ellos aparecen.

Su última investigación partió de unos maravillosos versos de Walt Whitman, pertenecientes a su poema "Año de Meteoros”, incluido en “Hojas de Hierba” en los que el poeta describe un “cometa que surgió repentinamente y ardiendo por el norte” y una “extraña y gigante procesión de meteoritos que pasaba, deslumbrante, por encima de nuestras cabezas”.

Intrigado por el fenómeno, Olson comenzó a investigar y llegó a determinar que se trataba de un meteorito de pastoreo (que atraviesa la atmósfera de forma horizontal y se vuelve a marchar) y a establecer con precisión la fecha en que Whitman pudo contemplarlo desde las costas de Nueva York: el 20 de julio de 1860. Ese mismo día, un pintor local llamado Federich Church contempló la escena que después reflejaría en el cuadro que encabeza esta entrada y en el que se aprecia con claridad las mismas bolas de fuego que Whitman describe en su poema.


Pero no es la primera vez que Olson sorprende con sus incursiones histórico-astronómicas. En un estudio anterior, por ejemplo, se interesó por la misteriosa estrella que aparece en un cuadro de Van Gogh, “Casa blanca de noche”. Después de una larga investigación, su equipo consiguió localizar la casa original en la localidad de Auvers, establecer la fecha en que el pintor contempló el astro y determinar que se trataba del planeta Venus, que el 16 de junio de 1890 brillaba justamente en la misma posición.

En otro estudio publicado en la revista Sky & Telescope, Olson y sus colegas publicaron que, en su famoso cuadro de El Grito, el pintor noruego Edvard Munch se inspiró en las nubes de polvo y gas que la brutal erupción del volcán Krakatoa lanzó a la atmósfera en 1883. Algún tiempo después también describió el enigma de otro cuadro de Munch en el que el reflejo de la luna no aparecía y estableció el fenómeno óptico que podía estar detrás del cuadro.

En un trabajo de 1998 se atrevió a aventurar que la estrella mencionada en el primer acto de la obra “Hamlet” es una supernova que pudo verse durante 1572 y que Shakespeare debió de contemplar durante su infancia.


Fuente: http://www.fogonazos.es

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