miércoles, 18 de noviembre de 2009

Coches de otra galaxia


El Lotus Esprit acuático que James Bond conducía en La espía que me amó, allá por 1977, se ha convertido en una opción real. Los amantes de la automoción y del submarinismo pueden aunar ambas pasiones gracias al Rinspeed sQuba.

El agente 007 huía de sus malvados enemigos en un Lotus Esprit sumergible. A finales de la década de los 70 este sueño era posible sólo en la película de James Bond La espía que me amó. Ahora, treinta años más tarde, aquella imagen futurista de un vehículo anfibio se ha hecho realidad, gracias al nuevo Rinspeed sQuba.

Este coche es un proyecto del ingeniero Frank Rinderknecht. Exteriormente está basado en un Lotus, como el de Bond, pero en este caso se trata del descapotable Lotus Elise. Uno de los aspectos más sorprendentes de este “coche submarino” es que se mueve gracias a motores eléctricos. Cuando circula por tierra, utiliza dos; y cuando bucea, otros dos diferentes. De esta forma, no contamina ni dentro ni fuera del agua, porque las emisiones de dióxido de carbono son nulas.


Descapotable submarino


La carrocería del sQuba es de fibra de carbono y está compuesta por nanotubos, lo que le permite, aseguran desde Rinspeed, alcanzar una velocidad razonable de navegación bajo el agua. Este anfibio se puede sumergir 10 metros y, en las pruebas realizadas en el Lago Zurich hace unas semanas, se comprobó que es más que suficiente para el uso y disfrute de los amantes de los fondos acuáticos.

Sin embargo, los ocupantes se mojarán en las inmersiones, ya que, por seguridad, el vehículo es un descapotable. A 10 metros de profundidad, la presión sorportada por una carrocería cerrada haría inviable el proyecto. Así, en caso de que haya algún problema, los ocupantes pueden desabrocharse el cinturón y salir nadando del coche. El sQuba, sin el peso de éstos, saldrá a la superficie poco después.


Un japonés con nueve motores


¿Es este el único coche que nos ha llamado la atención? No, hemos sabido que en Japón están desarrollando un turismo de 5,1 metros de longitud con ¡ocho ruedas! y ¡nueve motores! El proyecto se llama Eliica y está amparado por la Universidad Keio. El objetivo es claro: reducir las emisiones contaminantes. Es por ello que cada una de las ocho ruedas lleva un motor eléctrico que las mueve y, además, hay otro motor central que las coordina.

Según los estudios realizados en esta universidad nipona, el modelo alcanzará una velocidad punta de 370 km/h, algo hasta ahora no posible con ningún coche eléctrico y además con un tiempo de recarga enchufado a la red eléctrica de tan sólo 30 minutos. ¿El problema? De momento, sólo han conseguido una autonomía de las baterías de 300 km.


El coche volador


Ya hemos hablado de un coche submarino, de un vehículo terrestre “sobredimensionado” y ahora le toca el turno a un automóvil que vuela. Se trata del Trasition de Terrafugia, un auto-avión desarrollado por alumnos del prestiogioso Massachusetts Institute of Technology (MIT). Cuando el Transition circula por las carreteras, pliega sus alas pulsando un botón y se puede aparcar en una plaza de garaje para automóviles grandes.

¿Inconvenientes? Sí, uno importante, el Transition no nos permitirá librarnos de los atascos, porque aún no puede despegar de verticalmente como los helicópteros. ¿Ventajas? Tiene una autonomía de vuelo de 800 km, una velocidad de crucero de 120 km y funciona con gasolina sin plomo. Además, sus creadores aseguran que para conducirlo/pilotarlo basta con un curso de unas 20 horas. Y todo ello, lo bueno y lo malo, por 130.000 euros.


Cuestión de nombres “raros”

A veces la rareza del coche no está en su aspecto exterior, sino en el nombre que los responsables de Marketing de las marcas eligen para ellos. No suelen pensar en qué en otros idiomas los nombres no suenan igual de bien que en el original ¿Alguien recuerda ejemplos como el Mitsubishi Pajero, el Nissan Moco, el Kia Borrego, Lamborghini Reventón o el Mazda Laputa?



Fuente: Yahoo.es

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