P. Giblin
Este sexagenario natural de Sri Lanka asegura que no se ha perdido un solo partido de los londinenses, ya fuera en Highbury como ahora en el Emirates Stadium, en los últimos 42 años. El dato, ya de por sí impresionante, alcanza cotas de auténtica locura cuando Sinnadural revela que desde 1978 reside en Columbus, en el estado de Georgia, y que durante los últimos 31 años ha recorrido más de seis millones de millas en viajes desde Estados Unidos para ver los partidos de casa del Arsenal. La broma le cuesta 21.000 libras anuales.
“Mi mujer piensa que estoy loco. También lo piensan mis hermanos y todos mis amigos”, explicó esta semana Sinnadural en el diario ‘Daily Express’. “Para mí, un partido del Arsenal es lo más grande del mundo”, añade. Un retrato de Cesc y un escudo del Arsenal pintados por su hijo, que es artista, presiden el salón de su casa.
Pero lo más sorprendente de todo es que este hombre que en 1975 casi se pierde el nacimiento de su hijo –acompañó a su mujer al hospital y él se fue a Highbury– es que ha perdido el trabajo por sus ausencias y también su casa por no poder hacer frente a la hipoteca.
Fuente: sport.es
Este sexagenario natural de Sri Lanka asegura que no se ha perdido un solo partido de los londinenses, ya fuera en Highbury como ahora en el Emirates Stadium, en los últimos 42 años. El dato, ya de por sí impresionante, alcanza cotas de auténtica locura cuando Sinnadural revela que desde 1978 reside en Columbus, en el estado de Georgia, y que durante los últimos 31 años ha recorrido más de seis millones de millas en viajes desde Estados Unidos para ver los partidos de casa del Arsenal. La broma le cuesta 21.000 libras anuales.“Mi mujer piensa que estoy loco. También lo piensan mis hermanos y todos mis amigos”, explicó esta semana Sinnadural en el diario ‘Daily Express’. “Para mí, un partido del Arsenal es lo más grande del mundo”, añade. Un retrato de Cesc y un escudo del Arsenal pintados por su hijo, que es artista, presiden el salón de su casa.
Pero lo más sorprendente de todo es que este hombre que en 1975 casi se pierde el nacimiento de su hijo –acompañó a su mujer al hospital y él se fue a Highbury– es que ha perdido el trabajo por sus ausencias y también su casa por no poder hacer frente a la hipoteca.
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