lunes, 12 de noviembre de 2007

Atentado contra Fernando "El Cátolico"




En la historia de este país, son contadas las ocasiones en los que ha habido intentos de asesinato contra un Rey. Reyes asesinados los ha habido, claro que sí, pero en la mayoría de los casos eran asuntos "domésticos" que se arreglaban de puertas para dentro y entre los más allegados. Una pocimita por aquí, un "accidente" de caza por el otro lado y el molesto problema de la sucesión estaba resuelto. Otra cosa muy distinta era imaginar que alguien del pueblo llano pensara siquiera en atentar contra un Rey. En épocas pasadas, primero era Dios y después el Rey y si a la gente no le disuadía el castigo terrenal, sin duda, pensar en el posible castigo divino desanimaba al más pintado.

Aún así hubo una excepción en el S.XV y un humilde payés quiso acabar con la vida, ni más ni menos, que del Rey Fernando El Católico.

Era el 7 de Diciembre de 1492 y el Rey Fernando, en Barcelona, salía de la capilla de Santa Agueda descendiendo por la escalinata que conduce a la actual Plaza del Rey. Por los alrededores se amontonaban gran cantidad de personas. Uno de los muchos que allí estaban era Juan Canyamás (o Joan Cañamares), vecino de La Roca del Vallès. Este payés se le acercó con intención de saludarle y sin mediar palabra alguna sacó una espada y envió un mandoble al cuello del Rey que por muy poco no lo degolla. El sangrante Rey es atendido allí mismo y aunque la herida es seria su vida no corre peligro.

Curiosa ilustración de la época donde se narra lo ocurrido.(Nótese la herida en el cuello del Rey)


No se puede decir lo mismo de la vida de Juan Canyamás quien es apresado en aquel mismo instante. El juicio es rápido y el castigo será proporcional a la magnitud del crimen cometido, además, hay que dar un duro escarmiento para que la gente se entere de lo que le puede pasar si se atenta contra un Rey.

Juan Canyamás es atado desnudo a un palo sobre un castillo de madera que transportan en una carreta. Según lo van paseando por distintas calles de la ciudad le van cortando distintos miembros. Primero un puño, luego medio brazo, en la siguiente calle le sacan un ojo, los testículos... así hasta extraerle el cerebro y siempre teniendo cuidado de ir cortando para que el reo no muriera hasta el final del suplicio.

Cuando el cadáver no era más que un despojo sanguinolento, la carreta fue sacada de la ciudad y después de lapidarlo prendieron fuego al castillo de madera hasta que todo quedó reducido a cenizas.

No se sabe a ciencia cierta los motivos de aquel ataque. La versión oficial dice que fue un ataque de locura, pero lo más probable es que fuera algún payés descontento por las siempre injustas medidas que la nobleza imponía al pueblo llano.



Fuente: http://historiasconhistoria.blogia.com/

No hay comentarios: