Situado a 1.000 metros bajo tierra en la mina de Mozumi, en Japón, el Super-Kamiokande, o Super-K, es el mayor observatorio de neutrinos de la Tierra, una gigantesca estructura diseñada para estudiar los neutrinos provenientes de cualquier lugar de nuestra galaxia. Su cuerpo cilíndrico, de 40 metros de alto por 40 de ancho, alberga 50.000 toneladas de agua pura rodeadas por cerca de 11.000 tubos fotomultiplicadores que permiten detectar esta fantasmagórica presencia procedente del espacio.
Los neutrinos son partículas subatómicas producidas en gran cantidad en el curso de los procesos termonucleares en el interior de las estrellas. Aunque los científicos todavía desconocen muchas cosas sobre su naturaleza, han detectado que las fuentes más poderosas de neutrinos son el Sol y las Supernovas. Dado su débil vínculo con la materia, los neutrinos viajan a gran velocidad y atraviesan todo lo que lo que encuentran a su paso, incluida la Tierra y nosotros mismos. Se calcula que trillones de neutrinos bombardean nuestro planeta y pasan a través de nosotros a cada momento, cargados de potencial información que solo puede ser captada mediante estos grandes observatorios enterrados bajo tierra.
El motivo para enterrarlos a gran profundidad tiene que ver con el potente ruido cósmico y los millones de partículas elementales que colisionan con la atmósfera. Es por eso que los detectores deben ser blindados por una gran masa protectora que los proteja del ruido, y construidos en galerías subterráneas o bajo el agua.
Una vez que llegan hasta el gran cilindro de agua, - por explicarlo de una forma simplificadora - los neutrinos interactúan con las partículas presentes en el tanque y emiten una radiación azulada que es detectada por los tubos fotomultiplicadores. El patrón característico de este destello, conocido como radiación de Cherenkov, proporciona información sobre la dirección y la clase de neutrino que llega.
Estos grandes observatorios están proporcionando gran cantidad de datos a los científicos y empiezan a proliferar en todo el mundo. El proyecto Amanda para construir un observatorio en la Antártida, es un ejemplo de ello, así como el del lago Baikal, en Siberia, o el telescopio europeo de neutrinos que se pretende construir bajo el Mediterráneo. Según la revista Science, gigantescos detectores de estas partículas subatómicas, incrustados en los glaciares antárticos o instalados bajo el mar, van a revolucionar la observación del universo en las próximas décadas.
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Fuente: http://fogonazos.blogspot.com
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